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Pedro y Flavia.

Pedro y Flavia son pareja desde hace seis meses. Él vive solo en La Latina, ella comparte piso en Lavapies. Tienen 30 años los dos. Pedro es diseñador de páginas Web y a pesar de la crisis le va bastante bien. Trabaja cómodamente desde su casa. Está muy contento con su vida. Flavia no.
Ella Trabaja de camarera en un bar de copas, una jefa tirana la maltrata y el sueldo se lo rebajaron. Pero todo entre ellos anda muy bien: Hasta están pensando en juntarse, que Flavia se mude al ático de Pedro.
Pero un dramático miércoles, el día que Flavia no tiene que aguantar a ningún borracho, sucediò lo que no tenía que pasar: La cabeza de Flavia se lleno de pajaritos negros, primero uno, luego otro, y a las 23 horas toda su habitación estaba plagada, no solo de esos molestos pajarillos que le carcomían el cerebro, sino también que se colmo de unas sombras negras casi demoníacas. En un momento miró hacia un costado y ve a la muerte recostada en su cama. “Esto ya es demasiado” Piensa Flavia.
Vamos a traducir la situación: Flavia está depresiva. Se siente culpable porque su madre esta postrada en una cama de Guadalajara, se siente vacía de no tener ni una carrera ni una profesión a la que agarrarse, tiene un trabajo para subsistir que le parece horripilante, y su gatita “Caty” lleva cuatro días desaparecida. Ante semejante oscuridad lo único que se le ocurre para ver un poco de luz es llamar a Pedro.
Coje el móvil, digita dos teclas y suena...El sonido de llamada del móvil de Pedro es la canción “Quiero ser libre” de Queen. Llama, llama, llama y nadie contesta. Empieza a sentir un poquito más de ansiedad de la que tenía. Pasan cinco minutos y vuelve a intentarlo y nada. Solo escucha la voz de Fredy Mercury. No se sabe muy bien por que pero Flavia es muy intuitiva y sabía que Pedro no lo quería atender. No era que Pedro se había olvidado el teléfono en alguna parte, no, Flavia sabia que no la quería atender. Empezó a hacerse unas simples preguntitas: “¿Qué está haciendo que no me coge el teléfono?” “¿Con quien carajo está?” “¿Por qué no me atiende?”
Hasta que se manda una acción bastante efectista conociendo el alma de Pedro:

Pedro pasó algo terrible. Necesito que me llames urgente.

Le escribió este mensaje y no tuvo que esperar más de cinco segundos la respuesta: Pedro la llama y empieza a arder Troya: ¿Dónde estas, Pedro? ¿Por qué no me atiendes el teléfono? ¿Qué estas haciendo? Le grita Flavia en evidente estado de perturbación espiritual. ¿Qué es lo que ha pasado?- Le pregunta alarmado Pedro. ¿¿¿Dónde estás??? Le grita Flavia. Y Pedro no puede evitar reírse a carcajadas, se ve que lo que le pasaba no era tan terrible, Flavia ante semejante indiferencia se desespera más todavía y le corta bruscamente. Y claro, ahora el que se enfada es él:

No puedo creer que hagas está chiquilinada. Bueno…Tú sabrás. Hasta mañana.

Pero se ve que después a Pedro le agarra la culpa, o quizás lo hace para que más culpa le de a Flavia o quizás para enseñarle que así no se procede:

Lo de mentirme para ver que estoy haciendo me parece de lo más bajo. Esto lo vamos a tener que hablar. Estaba haciendo algo de lo más normal pero no me dan ganas ni de contártelo.

Flavia se recuesta en la cama, La Muerte ya se ha ido, los pajaritos también. Y como si fuera el guión de una película “Caty” golpea la ventana esperando que le abra. Ahora intentara arreglar lo anterior:

Si. Me comporte de manera irracional. Demasiado bajo. Lo terrible era lo mal que estaba. En un momento sentí como si alguien me clavara una puñalada, por eso quería hablarte desesperadamente. Te quiero. Besos. Flavia.

No te preocupes me quedo con lo bueno y es que me quieres, si no no lo habrías hecho. Un beso.

Pasan dos semanas y una mañana Flavia, coje el movil y lee un mensaje de Pedro.

Flavia pasó algo terrible. Necesito que me llames urgente.

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