Vemos en el asiento de un autobús a
Alejandra Radicale. Tiene 33 años. Y un matrimonio con una duración
de doce años. “Ya no disfrutaba, era un tramite”. Y ahora está llena de ganas de sexo. Eso la avergüenza y mucho. En el último
trimestre ya pasaron por ahí debajo unos diez hombres, de varias
profesiones. Desde un policía casado, pasando por un abogado, a un
estudiante de Psicología, hasta un profesor de pilates, para
terminar con un camarero de un bar del centro. En una semana puede
estar con uno el martes y con otro el jueves, que son los días que
su ex cuida al nene. Vive llena de culpa. Se culpa cuando disfruta y
cuando no disfruta.
Aparece Lisandra. Nunca estuvo con otro
hombre que no sea “su novio de toda la vida”. Según ella, sigue
enamorada como el primer día y en dos años se va a casar por
iglesia. Son amigas desde hace quince años y trabajan juntas en una fabrica de hamburguesas desde hace tres. Lisandra tiene un problema, y por su cara, parece grave...
-¿Que te pasa? -le pregunta Alejandra.
-Que me hice el papanicolao (Nota: para los que no lo saben, es un examen medico que se hacen las
mujeres, abren bien las piernas, y le meten y sacan algo que se llama
espéculo) y desde ese día, que me pica mucho, me arde -le cuenta
angustiada Lisandra.
-No pasa nada, no es nada.- le resta
importancia Alejandra.
-¿Que no es nada? Que leí en internet que si cierras muy de golpe las piernas en ese momento, te
puede quedar un trozo del especulo dentro y para sacarlo hay que
operar. Y yo ese día cerré las piernas de golpe...-
-Me parece que estás exagerando, si
tuvieras un pedazo de eso dentro estarías dando saltos...-
-De verdad que me arde, algo tengo,
tengo algo seguro...
-Quizás tengas hongos...-
-¿Hongos? Leí que si no se tratan a
tiempo te pueden dejar estéril...-
-No lo puedo creer, estás cada día
más hipocondríaca. Demasiado. Déjate de tonterías, y déjame que
te cuente de mi ultima conquista...-
-¿Que? Hipocondríaca me dices? Me
gustaría que tuvieras la picazón que tengo yo y ahí veríamos
quien es la hipocondríaca. Que injusto que tu follándote a uno
distinto por semana no te pase nada y yo por ir a la ginecóloga me
pegue esto.-
-¿Que dices? Eso te afecta al cerebro
también? ¿Que pasa? Te da envidia mi vida sexual?-
-¿Envidia? No, la verdad que me da
pena, lástima...-
-¿Ahora dices que te doy pena? ¿No me
aconsejabas que viva la vida?Que disfrute de la soltería...
-Pero se te fue un poquito la mano, te
has convertido en una auténtica prostituta.-
-¿Porque no le dices a la psiquiatra
que te refuerce la medicación? -
Se quedan en silencio. Alejandra mira
por la ventana del autobús, Lisandra saca su móvil y empieza a
buscar en google “Picazón de vagina.”-
Una señora de unos 60 años se levanta
de su asiento en dirección a la puerta y se detiene al lado de
Lisandra y le dice en un tono bajo: -Si tratas a tiempo los hongos,
no pasa nada. Come ajo en ayunas,que es altamente efectivo para
reforzar el sistema inmunológico...
¿Ajo en ayunas?- La mira con sorpresa.
Y la señora asiente y se va, se baja del autobús despidiéndola con
una sonrisa.
Mientras, Alejandra mira incrédula a
las dos. -¿Vas a empezar a comer ajo en ayunas?-Le pregunta.
Sí.- Le contesta de manera tajante
Lisandra.
Y continuaron en silencio, cada una
pensando en sus penas, y en la amistad que las une. En sus vidas. Lisandra
obsesionada con su “ardor vaginal”, y que según su amiga
tiene que aumentar la medicación, y piensa que estuvo con un solo hombre, y si realmente está enamorada. Alejandra con culpa de la vida que
lleva, piensa en su hijo, y en los hombres, y en su padre con el que no se habla desde hace años. Las dos sienten que cada día se hunden un poquito más. Cada una se aferra a
algo distinto pero a la vez igual. Odian su trabajo, quieren cambiar,
pero no pueden. "Cambiar:...más adelante quizás" suelen pensar.
En ese instante, el autobús choca con otro vehículo y salen disparadas hacia adelante al igual que el resto de los pasajeros. Ruido de ambulancias.
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