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La actriz de cine.

Lidia se despertó sintiéndose una fracasada.
Hay días que ella abre los ojos y se siente una joven, bella y exitosa mujer, pero hay días como hoy, que se siente una puta frustrada.
Una puta con aires de grandeza.
Se siente frustrada porque no está en el cartel como actriz protagonista de la última película española que acaban de estrenar, porque no pudo conquistar el corazón de ningún director de cine premiado.
-Fíjate en lo que tienes y no en lo que te falta.- Le aconseja un amigo cuando le cuenta las angustias que le carcomen las entrañas.
Vale, entonces piensa en todo lo que hay para agradecer: Tiene un trabajo que más o menos le gusta y que le pagan bien, y tiene a Carlos: Un camarero con el que sale desde hace seis meses, que la quiere y que lo da todo por ella, hasta lo que no tiene.
Pero se mira la cara en el espejo del baño y recuerda que en una semana es el estreno del corto de un amigo, y piensa que en esa fiesta, quizás, conozca a un mecenas que la va a salvar.
-¡No puedes ser tan puta, Lidia!- Se grita a si misma.
-¡¡¡¡No puedes ser tan puta!!!- Se grita por segunda vez, a ver si entiende de una puta vez que no se puede ser tan puta. Ella considera que hay muchas clases de putas.
No están solo las de Montera ni las de lujo, están las que escriben libros, las que viajan, las que caminan con cara de botox por Velásquez, hasta presidentas de países hay que son putas…
Está lleno de putas. La lista es interminable.
Pero no quiere hablar de las demás, porque se está entrenando en el arte de no juzgar y seguro que esas mujeres sus motivos tendrán.
Lo que se le ocurre para solucionar este problema, es escribir un relato que se titule
“En busca del mecenas perdido”.
Ella necesita poner un poco de humor a esa desesperación, ya que si no se le llena la cabeza de pensamientos tan turbios que le anulan la existencia.
Y se acuerdo del maldito cuento de La Cenicienta, que maldito cuento.
“-¿Por qué tengo que pensar que algún día va a aparecer un hombre me va a salvar? ¿Cómo puede ser? ¿Por que?-“Se pregunta mil y un veces por día.

Se fue a dormir y mágicamente a la mañana siguiente se levantó muy bien, estaba enamorada de la vida, salió de su casa cantando con mucha energía las canciones que ella misma se inventa. -¡Qué bueno que estoy viva!- Parecía que gritaba con la mirada iluminada. Por suerte no pasó cerca de ninguna marquesina donde anuncian el cartel de la película española, tampoco se acordó que no es una reconocida actriz de cine. Y que ni siquiera trabaja de actriz.

Lleva un par de días disfrutando con Carlos, disfruta de su pasión, de su entrega... Le encanta como hacen el amor; por las mañanas es todo tan despacito, tan dulce, claro, es que están dormiditos, en cambio por la tarde-noche los polvos son súper bestiales, esos polvos son memorables, hasta ve como 3000 mariposas danzan alrededor de su cama. Se muerden, se huelen, se miran como fieras en celo, se ríen a carcajadas de sus payasadas. Se aman.
Ya no quiere encontrar a un mecenas -¡Yo ya tengo a mi mecenas! ¡¡¡Carlos es más que un mecenas, Carlos es todo, aunque sea un camarero!!!- Piensa a los gritos acariciando el pecho de su amor.
Pasan dos días y nos encontramos a Lidia sola en la cama, con los ojos abiertos y con una tremenda expresión de desesperación en el rostro. Son las seis de la mañana y no puede dormir. Hace dos horas que llegó a su casa. Llegó en un jaguar conducido por un atractivo hombre de 55 años. Tiene 20 más que ella. Si. ¡Acaba de conocer a un mecenas! Es danés, hablaron como cinco horas en ingles de temas chinos: El I Ching, el Feng Shui, el Tao. Lidia siente que lo conoce de otra vida. No sabe que hacer. Gary, así se llama él, le pidió el teléfono y ella, por supuesto, se lo dió. Y ahora vienen las típicas preguntas que un cerebro como el de Lidia debe formularse: “¿Qué hago con Carlos? ¿Dejo a Carlos por el danés?” y también empieza con sus típicos enjuiciamientos hacia su ser: “¡Que desastre que soy! Todo esto me pasa por haberlo imaginado. Si salgo con el mecenas es por que soy una puta. Pero la verdad es que es un hombre especial y me encanta. Creo que tenemos una conexión de otro planeta”
Lo único que hace es mirar el reloj y esperar a que marque las nueve de la mañana para llamar a la astróloga.

La astróloga no la pudo atender, de vacaciones en su país vasco natal. uffff, va a tener que decidir esto ella sola. O quizás deje que la vida decida por ella, como hace muchas veces.
Llega Carlos a su casa, intentan hacer el amor, y está todo mal.
-¿Por qué no me dejas que te bese ahí abajo? ¿Por qué me cierras las piernas?- Le pregunta Carlos con pena.
Lidia respira, no sabe que contestarle.
-Estás pensando en otras cosas. Me voy a casa.-Le dice Carlos con lágrimas en los ojos, se viste y se va.

El danés se fue a Dinamarca por quince días, Lidia le dijo que no tiene ni usa Internet. Y que mejor la llamara dentro de un mes. Que tiene que resolver algunos asuntos pendientes. A fuego lento, Lidia por una vez en la vida, cocina a fuego lento. Que siempre se te quema el almuerzo.

Comentarios

  1. Jajaja! QUe bueno Lau que te hayas animado a hacernos reir!
    ¿quien no se sintió un poco puta alguna vez? ¿quien no se disputo entre dos caminos (en la mejor de las suertes) entre el hombre que se tiene al lado o de tratar de ver o encontrar al principe en algún NABO que aparezca??? Que suerte que ya pase esa etapa jajajaja.
    Te quiero mucho Lore

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  2. Gracias Lore!!!Que suerte que ya no buscamos nabos! Yo también te quiero mucho, un abrazo!

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